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Libres de la comparación y la envidia

Cada sociedad tiene un ideal de persona perfecta. Alguien que tiene éxito, logros y belleza es admirable en el mundo occidental. Al compararnos con el ideal de la cultura, vemos nuestros “defectos” y las partes que nos “faltan”.

¿De dónde viene este ideal? Está impulsado por el deseo humano de ser amado y admirado. Ésas son necesidades fundamentales que sólo puede satisfacer Dios. Pero el enemigo nos hace creer que cuando nos convertimos en la persona perfecta, somos dignos de amor.

Esto es una mentira. Nuestro ideal es Jesucristo, y él te dice que ya eres digno de amor y que eres especial. Tienes un papel único que desempeñar en el reino de Dios.

En 1. Corintios 12, Pablo utiliza una metáfora que compara la iglesia con el cuerpo humano. Te recomiendo encarecidamente que leas ese capítulo para comprender el significado de tus dones y talentos para servir a la iglesia.

Dios quiere mostrarte tu lugar único en su reino. Te ha creado para un propósito específico. ¿Cómo lo encuentras? Dios te lo mostrará. Pídele y te conducirá y guiará hacia donde quiere que vayas.

Cuando te muestre el lugar en el que quiere que te establezcas y des fruto, probablemente tendrá un aspecto diferente al esperado. Puede que hayas pensado que te guiará a un lugar donde todo está preparado y hecho para ti. Pero en realidad, lo que encontrarás allí es tierra y mucho espacio vacío. Te preguntarás qué demonios debes hacer aquí. Dios te mostrará una imagen, una visión de lo que podría ser y de lo que está por venir si dices que sí al proceso y estás dispuesto a trabajar con Dios mano a mano.

Si estás dispuesto a vivir según su plan, su forma de hacer las cosas y su tiempo, cuidaréis juntos de este lugar. Como un jardinero, Dios te ayudará a transformar la tierra desnuda y el espacio vacío en el más bello y floreciente jardín. Juntos, estructuraréis el espacio, trabajaréis la tierra y plantaréis todo tipo de grandes semillas. Dios te mostrará cómo arrancar las malas hierbas, arreglar las vallas rotas y cortar algunas ramas. Tus plantas darán fruto en diferentes estaciones y disfrutarás de los tiempos de cosecha.

Todo tu jardín será único y hermoso porque sois tú y Dios juntos los que crearéis algo especial que nunca se ha visto antes. Este lugar exclusivo se alinea con tu personalidad, tus dones y tus puntos fuertes. Ese jardín será una representación de la persona que Dios creó para ti. Todo el potencial que ha estado acechando en tu interior será visible para que todos los que te rodean lo vean y lo disfruten.

Es un placer disfrutar de la belleza de un jardín bien regado y florecido. Pero se necesita trabajo para mantener el jardín limpio y organizado. Si quieres tener buenos frutos, tienes que cuidarlo a diario. Busca al maestro jardinero, conócelo y escucha sus instrucciones para que sepas lo que hay que hacer en cada estación.

Mientras estás ocupado cuidando tu propio jardín, no tienes tiempo de mirar lo que hacen los demás, porque estás centrado en la obra que Dios y tú estáis haciendo juntos. Pero cuando tengas uno o dos descansos y mires a tu alrededor, verás y admirarás la belleza de los jardines de los demás. Ya no te sentirás intimidado por su singularidad y belleza, sino que podrás disfrutar y admirar lo que aportan al cuerpo de Cristo. Como tú brillas con tu propia luz, no tienes que temer que los demás te eclipsen. Nadie puede quitarte tu jardín porque te lo ha dado Dios.

En su reino, no hay un jardín más o menos bello, pero el espacio de cada uno es individual. Y no puedes comparar lo que es único. La comparación es completamente inútil porque las personas son diferentes en lo que son y en lo que hacen. No hay nadie más con tu personalidad, antecedentes familiares, genes, dones y puntos fuertes. Cuanto más trabajes en tu propio jardín dado por Dios, menos compararás tu vida con la de los demás. Como sabes quién eres, puedes respetar a los demás por lo que son.

Cuando hayas hecho tu trabajo interior, te darás cuenta de que tus dones y talentos nunca fueron concebidos para que los lucieras, porque no pueden hacerte más amable o digno. Su único propósito ha sido siempre servir y elevar a los demás.

Como nos mostró Pablo con la imagen del cuerpo en 1. Corintios 12. Cuando todos abrazan su suerte y hacen lo que Dios les ha llamado a hacer, todo el cuerpo funciona perfectamente. Y no hay nada más gratificante que disfrutar del florecimiento de tu propio jardín.

Este blogpost ha sido traducido por DeepL. Pido disculpas por los errores y ambigüedades que hayan podido surgir debido a esta traducción en línea. 

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8 replies on “Libres de la comparación y la envidia”

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